Tras once años en el cargo, Adolfo Txiki Muñoz da el relevo a Mikel Lakuntza al frente de ELA con el mensaje claro de que seguirá siendo un sindicato de contrapoder.
El próximo fin de semana ELA tendrá un nuevo secretario general. Adolfo Muñoz Txiki dará el relevo a Mitxel Lakuntza después de 11 años en el cargo. Una nueva cara en la cúpula de un sindicato que seguirá siendo el mismo: «Ser un sindicato de contrapoder es algo que en ELA no está en discusión», ha dicho en muchas ocasiones Muñoz. No habrá nuevos aires en el sindicato del ‘no’, como se le conoce en muchos ámbitos empresariales por su negativa a firmar convenios y su oposición a participar en los órganos sociolaborales.
De hecho, la Ejecutiva que salga del congreso que tendrá lugar el 5 de abril en San Sebastián bajo el lema Indar betean (Más fuertes que nunca), sólo incluye un cambio en las 12 sillas que contiene: la entrada de Maialen Aranburu para suplir la salida del órgano de Muñoz, -que deja el cargo en cumplimiento de los estatutos, al llegar a los 60 año-. El resto repiten puesto en la Ejecutiva en un claro signo de continuidad en la línea estratégica de la central que se basa en la confrontación pura y dura. Una línea que ya se inició con el anterior secretario general José Elorrieta y que con Adolfo Muñoz no ha hecho otra cosa más que consolidarse y convertirse en su seña de identidad.
Muñoz ha enfrentado a ELA prácticamente con todos, incluso con el que parecía estar destinado a ser su aliado natural, el sindicato LAB. Si durante algunos años de la violencia de ETA fue la postura ante el terrorismo la que enfrentó a ambas centrales, ahora son los conflictos laborales fundamentalmente los que mantienen sus diferencias como irreconciliables.
La propia secretaria general de LAB, Garbiñe Aranburu ha acusado a ELA de parecer tener las huelgas como fin en sí mismo. ELA quiere «bailar sola en algunos conflictos para patrimonializarlos», ha llegado a decir.
Lo cierto es que ELA ha capitalizado muchos de los conflictos laborales que ha convertido en auténticas banderas de enfrentamiento a los poderes públicos y empresariales. Uno de estos ejemplos fue el conflicto de las trabajadoras de las residencias de Bizkaia, una huelga que alargó durante 370 días gracias a su potente caja de resistencia, que permite a los trabajadores continuar cobrando y que posibilita al sindicato mantener paros a largo plazo como un elemento de presión que no está al alcance del resto de las centrales.
Pero si algo ha caracterizado este periodo en la vida del sindicato capitaneado por Adolfo Muñoz ha sido el enfrentamiento de la central con la administración en general, pero con el Gobierno vasco en particular. Con todos los partidos, pero también y sobre todo con el PNV. Y también con EH Bildu, a los que ha acusado en más de una ocasión de preferir pactar con el partido de Ortuzar -por ejemplo en el tema de los Presupuestos- que querer llevar a cabo realmente políticas sociales. Este también ha sido un foco de conflicto con LAB, al que Muñoz ha acusado de no querer enfrentarse a la izquierda abertzale. De hecho, uno de los argumentos de Muñoz a la hora de hablar de su falta de entendimiento con LAB es que en la estrategia de EH Bildu de llegar a «acuerdos de país» con el PNV, «estorba una unidad sindical entre ELA y LAB» en «clave de contrapoder».
Especialmente sonados han sido los enfrentamientos de Muñoz con el lehendakari. El todavía secretario general del sindicato ha acusado a Urkullu de «autoritario» «antidemocrático» y «antisindical» por no querer reunirse con la central. Y el cruce de acusaciones ha sido constante entre el sindicato y la cúpula del PNV, muy molestos con la fuerte labor de oposición extraparlamentaria que se ha hecho al Gobierno desde el sindicato.
Hasta el fallecido Xabier Arzalluz, en uno de sus últimos actos públicos, cargó contra ELA: «Cuando uno ve ahora las cosas que dice este fenómeno de secretario general de ELA que hay ahora, el llamado Txiki Muñoz, pues está claro que este hombre concibe a ELA como organización político sindical y uno piensa si el PNV tendría que reconsiderar un poco su posición ante este sindicato».
También el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, se ha mostrado muy crítico instando al sindicato a que «si quiere hacer política, que se presente a las elecciones».
Desde ELA siempre se ha dado la misma respuesta: La reivindicación de su autonomía frente a cualquier formación política y su derecho a ejercer su labor de oposición desde el movimiento sindical.
«ELA no depende de la financiación pública y por ello, desde la autonomía financiera, sindical y política tiene «pleno derecho» para «dirigirse al mundo político y económico, para defender aquello en lo que cree». «Es verdad que algunos toleran muy mal la autonomía de nuestra organización», ha defendido Muñoz.
Enfrentado con el poder político tampoco son mucho mejores las relaciones con los empresarios, que acusan al sindicato de ser el culpable de la paralización de la negociación colectiva. ELA ha hecho una apuesta por el convenio de empresa en detrimento del sectorial y son muchas las dificultades para suscribir convenios en los que tiene la mayoría.
Su oposición a participar en los organismos laborales o en la Mesa de Diálogo Social, -donde tampoco se sienta LAB- ha dejado estos organismos con muy pocas posibilidades de sacar adelante acuerdos que puedan llegar a aplicarse.
Porque pese a su enfrentamiento con todos, pese a ser el sindicato del no, ELA llega a su congreso blandiendo su posición inmutable como sindicato mayoritario. Con más de 100.000 afiliados y el 41% de la representación de la Comunidad Autónoma vasca -el 23% en Navarra- lo que le permite ejercer una auténtica labor de bloqueo.
ELA mantendrá su línea estratégica y «seguirá dando la cara», anunciaba Muñoz en la presentación del congreso de la próxima semana en el que se reunirán 736 delegados. «Seguiremos en nuestra línea, con más fuerza e intensidad aún», confirmaba Mitxel Lakuntza, el próximo secretario general en una entrevista en la web del sindicato confirmando que este será el congreso de la continuidad.