Las pruebas demuestran que reducir la jornada mejora la calidad de vida y sube la productividad
Los empleados de Microsoft en Japón han tenido puente todas las semanas durante el verano. La empresa experimentó cómo funcionaría que las semanas laborales tuvieran solo cuatro días, haciendo que los fines de semana comenzaran los jueves, como recomiendan muchos expertos. Y les fue muy bien. Su decisión les reportó un incremento en ventas de casi el 40% a pesar de trabajar un día menos a la semana. La factura de la luz también bajó un 30% respecto al año anterior, al igual que el resto de gastos operativos de oficina.
La plantilla trabajó mucho más motivada al mantener el sueldo pero librar desde el jueves por la tarde hasta el domingo. Más del 90% de los empleados se sumaron a la iniciativa de Microsoft, que ahora quieren repetirla en invierno. Y eso que Japón es un país poco dado a los días libres e incluso le han puesto nombre (karoshi) a las muertes por exceso de trabajo.
En otros países también ha funcionado. Es el caso de la empresa neozelandesa de gestión de inversiones Perpetual Guardian, que redujo la semana de sus trabajadores de 40 a 32 horas, eliminando los viernes laborables y sin tocarles el sueldo. Los resultados fueron muy positivos ya que la productividad aumentó y los empleados redujeron su nivel de estrés, por lo que el CEO Andrew Barnes decidió que el experimento pasaría a ser una medida permanente, según confirmó a The Guardian.
En España, la ley establece 40 horas semanales, aunque los convenios firmados con cada empresa pueden reducirlo. De hecho, para los funcionarios se fijó en 37,5 horas con carácter general el pasado mes de marzo, según publicó el BOE con efecto sobre el personal al servicio de la Administración general del Estado.
De media, en España se trabajan 36 horas, según los cálculos realizados por la Universidad Abierta de Cataluña (UOC). Francia hace 25 años que introdujo por ley las 35 horas semanales, en Suecia han experimentado con jornadas de seis horas diarias y en Dinamarca la media está en 29 horas semanales, la tasa más baja de todos los países industrializados, según la OCDE.
“Los beneficios de reducir la jornada son muchos: mejor calidad de vida para el trabajador, más ocio, conciliación personal y familiar, proyectos de pequeño emprendimiento y crecimiento del empleo gracias a la contratación de trabajadores para cubrir las horas disponibles”, afirma Antonio Fernández, profesor de Derecho y Ciencia Política de la UOC y experto en derechos laborales.
Según una encuesta a más de 2.000 empleados y 500 empresarios ingleses, el 77% de los trabajadores veía un vínculo claro entre una jornada de cuatro días y una mejor calidad de vida. En dos tercios (64%) de las empresas inglesas en las que se ha implantado, ha aumentado la productividad de su personal y la calidad del trabajo debido a una reducción de los días de baja por enfermedad. Sin embargo, el 45% de los trabajadores encuestados estaba preocupado porque pasar menos tiempo en el trabajo podría hacer pensar que eran perezosos.
Precisamente ese es uno de los impedimentos a la hora de implementar este sistema en España: “Sería complicado porque es un país muy dedicado al sector servicios y hay un alto nivel de presentismo en el lugar de trabajo, además de los altos niveles de economía sumergida y los trabajadores con una parte del salario que depende de objetivos”, explica el experto.
A pesar de estos obstáculos, cualquier empresa lo puede implantar porque no hay impedimentos legales para hacerlo, pero por ahora no hay ninguna que se haya lanzado. “En temas de jornada, las empresas prefieren flexibilizarla, negociando bolsas de horas, promoviendo el teletrabajo o con jornadas intensivas en verano”, explica Fernández. Por eso, los empresarios “prefieren contratan a un trabajador 40 horas que a dos por 20 horas”.
Llegar hasta el momento actual no fue fácil. El británico Robert Owen implantó en 1817 la fórmula de las 8-8-8: ocho horas para trabajar, ocho para la familia y el ocio y ocho para el descanso. En España no se puso en práctica hasta 1919, cuando los trabajadores de la central eléctrica La Canadiense (Barcelona) se pusieron en huelga para reivindicar sus derechos. España se convirtió en el primer país europeo en implantar la jornada de ocho horas durante 5 días a la semana, un hito del que se acaban de cumplir cien años.